Un abordaje en diferentes dimensiones: la importancia de hacerse cargo de la salud emocional, la necesidad de ofrecerle a deportistas de alto rendimiento programas, sostenibles, sistemáticos y sustentables que atiendan la salud emocional, y finalmente algunas reflexiones.
Para mí, la renuncia de Simone Biles es una alarma que nos suena en ambos oídos y nos pone de frente una vez más con una realidad concreta: se sigue dejando de lado, la importancia que tiene la Salud Emocional en cualquier disciplina, trabajo, tarea, función a la que usted se dedique.
He planteado cientos de veces esta cita de Candace Pert: “Somos Seres Humanos física y químicamente emocionales, no es nada malo, solo se convierte en una limitación cuando no hacemos más que acceder a las mismas emociones todos los días, sin ir a ningún sitio en términos de cambiar o evolucionar en nuestra vida”.
Usted es la única persona que puede hacerse cargo de su salud emocional y mental, y decidir de qué manera empezar a prestarle atención a esa plataforma tan importante de su vida, que interviene, aunque usted no lo note, en las estrategias que establece para la toma de decisiones, para la motivación, para el aprendizaje, en sus convicciones, en su realidad, en cómo desarrolla su creatividad, y hasta en cómo utiliza su memoria.
Hablar de emociones no sólo se trata de enfocarse en lo “fuerte o débil” que alguien se muestra emocionalmente. Y escribo “débil” porque es la palabra común que se utiliza para referirse a las personas que se permiten mostrar su vulnerabilidad emocional y que saben que, lejos de debilitarles, les permite crecer y conocerse más.
El bienestar de las personas incluye el social, intelectual, espiritual, físico y, por supuesto, el emocional, que se puede ver como un proceso de reconocer, comprender y aceptar nuestras emociones. Implica la capacidad de permanecer en el momento presente y manejar eficazmente los cambios y los desafíos que se nos presentan.
Las emociones, al ser tan importantes para las personas, nos permiten experimentar la vida de una manera significativa. Cuando elegimos involucrarnos con nuestras emociones, podemos conocernos mejor a nosotros mismos, aprender una comprensión más profunda de por qué nos sentimos de esta manera y decidir cómo avanzar en función de las mismas y de los valores que están presentes en ese momento como prioridad para la persona que está experimentando la situación.
Por lo tanto, más que juzgar a medios de comunicación y a la misma Simone (porque toda persona hace una interpretación y lectura de acuerdo a sus propios recursos personales), puedo observar que, independientemente del costo que esta decisión tenga en su vida, se permitió ejercer una habilidad emocional que toda persona está invitada a ejercer con libertad: la autonomía emocional.
Pregúntese: ¿cuántas veces al día usted se da el permiso de comportarse autónomamente a nivel emocional? ¿Que tiene consecuencias? Sí. Y ahí aparece la responsabilidad personal de asumirlas o seguir comportándose como usted realmente no quiere. Precisamente leía hoy que Michael Phelps está en Tokio como comentarista y en una entrevista para varios medios dijo “cuando competía todo el mundo me decía a dónde ir y a qué hora”, pero ahora espera disfrutar el tiempo libre.
El dedo en la herida: Salud Emocional y Mental de deportistas de alto rendimiento
La salud emocional y mental de deportistas de alto rendimiento requiere que se le preste la atención urgente que merece. Usted puede estar pensando en este momento, “Pero ellos y ellas eligen estar ahí”. No necesariamente.
Y aquí cobra importancia nuevamente cómo se van desarrollando las habilidades emocionales, y principalmente la mencionada anteriormente: la autonomía emocional. Porque la elección de estar ahí tiene muchos elementos que contemplar. Solamente observe: ¿Con qué edad empiezan a entrenar inicialmente? ¿Cuáles son los criterios que intervienen en esa decisión? ¿Qué existe detrás de la historia de cada atleta? ¿Con qué madurez neurológica se “decide” participar de esta clase de experiencias deportivas?
En una entrevista para el Chicago Tribune, Michael Fred Phelps dijo: “Somos un producto. Hay mucha gente que se interesa en tu bienestar físico pero que nunca la vi preocuparse por nuestro bienestar mental”.
Sabemos que eso ha ido cambiando con los años. Pero definitivamente no es suficiente lo que se está haciendo. Y Simone Biles, atleta olímpica de gimnasia de U.S.A., reproduce una vez más un grito de auxilio.
Existen frases en la cotidianidad que se pegan a nuestros discursos como un tatuaje: “lo que te pasa no te define”. Sí, probablemente esto sea mucho más aplicable para personas que no están de una u otra manera ante el escrutinio público en el mundo, en sus países, dentro de sus amigos, amigas y familiares; donde el “error deportivo” que cometen se le cobra a un precio altísimo social y políticamente hablando.
Las personas que se dedican a los deportes de alto rendimiento están definidas por el deporte que realizan. Están definidas por lo que hayan alcanzado a este nivel y se pierde la identidad. O quizá ni se construya una identidad como la suya o la mía, de persona que no está constantemente en el ojo de la prensa.
Quien practica deporte de alto rendimiento ha desarrollado una resiliencia muchísimas veces para poder enfrentar cada entrenamiento, cada plan deportivo, cada abuso, cada exigencia que viene de otros y otras, cada lesión. La resiliencia le permite ir venciendo las voces internas,que le restan bienestar, el cansancio o lo que tengan que enfrentar generalmente, alejada o alejado de sus pares. La vida, se reduce a entrenar.
Para muestra un botón. No me cabe la menor duda de lo que puede estar significando la hazaña, para la japonesa Momiji Nishiya, de apenas 13 años, de haberse convertido este lunes en la primera campeona en Juegos Olímpicos de la historia del skateboarding, al imponerse en la categoría de Street. Y lo que significa también para sus compañeras de medallas de 13 y 16 años. La pregunta es: ¿qué días les esperan emocionalmente hacia los siguientes Juegos Olímpicos? Esa presión ejercida por el afuera no está acompañada de la contención emocional y mental que se requiere para un desarrollo saludable de su adolescencia. En su niñez empezó como un juego, luego la presión les trasciende emocionalmente y se deja de disfrutar al máximo para convertirse en una obligación en muchos de los casos (la experiencia en consulta me ha permitido atender a personas adolescentes con gestos suicidas, porque no aguantan más la presión, principalmente la familiar). Y existen varios casos de atletas olímpicos que terminaron con su vida. Pueden buscar la información.
Esta población de deportistas requiere de atención real. No se trata solamente de ofrecerles recursos externos como una línea telefónica o una visita profesional en salud emocional o mental cada mes. Se trata de construir programas sostenibles, sistemáticos y sustentables para poder apoyar a cada deportista a fortalecer los recursos emocionales con los que cuenta y/o desarrollar más, así como apoyarles para construir una autoimagen, autoconcepto, auto valía, que incluya su disciplina deportiva y que se convierta en un trabajo integral humano.
Se requieren programas de atención que les derive recomendaciones directas, donde se sientan seguras y seguros con sus recursos personales, sabiendo que pueden afrontar exitosamente el colosal estrés que les toca sobrevivir en competencia y en su vida diaria. Y diseñar estrategias personales para poder decidir con recursos internos saludables si es así como quieren vivir. Y saber que pueden retirarse cuando ya no lo estén disfrutando. Porque el disfrute es parte de esa veta placentera que tienen las cosas que realizamos en la vida.
Y aquí agrego algo que dijo Biles que sustenta lo anterior: “Físicamente, me siento bien, estoy en forma. Emocionalmente, eso varía según el momento y el momento. Venir a los Juegos Olímpicos y ser la estrella principal no es una tarea fácil”. Y también dijo algo realmente extraordinario y esclarecedor: “Siento que tampoco me estoy divirtiendo tanto. Estos Juegos Olímpicos quería que fueran para mí. Pero entré y sentí que todavía lo estaba haciendo por otras personas. Me duele el corazón que me hayan quitado hacer lo que amo para complacer a otras personas. No somos solo atletas: somos personas al final del día y, a veces, solo tienes que dar un paso atrás”.
Esto es autonomía emocional que, insisto, muchas veces tiene un gran peso, pero se da el paso.
Si usted lee la historia de Simone, ¡qué va! No se rindió al primer obstáculo en estos Juegos Olímpicos como muchos juzgan. Se agotó emocionalmente de tantos años de presión emocional y mental y sin la contención adecuada.
Finalmente hay reiterar que cada persona vive, interpreta, siente, piensa y se representa las circunstancias de la vida de forma diferente. La persona que no resuelve las circunstancias de la vida como usted o como yo, es precisamente porque cuenta con otros recursos internos diferentes a los suyos o los míos. La interacción de los estímulos estresores versus los recursos de afrontamiento que tiene cada quien, hacen la diferencia en cuanto al desarrollo de la resiliencia.
Un paso atrás o detenerse significa en este momento para Simone ejercer su Autonomía Emocional. Probablemente mucho más liviano ese peso, que el que estaba llevando.
Así como Simone, deténgase y decida: ¿de qué manera quiere usted hacerse cargo responsablemente de su Salud Emocional y Salud Mental?
Zamaris Jaén
Psicóloga U.C.R. Cod.826
MA. Educación Emocional
Y Bienestar Universidad de Barcelona
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